"No serás capaz de estar sin trabajar. No serás capaz de estar sin postear. No serás capaz de estar sin publicar ni un comentario en Twitter." Esto es lo que me decían mis contados amigos cuando les dije que pensaba cerrar el blog estas navidades. Pero me fui. Me despedí en el blog, puse el Out-Of-Office en los buzones de correo electrónico que utilizo a día de hoy de hoy, borré mi dirección de correo electrónico de la página de contacto, programé los posts que tenía sacar sí o sí estas navidades - el de felicitación de navidad, el de los cambios en 0xWord y el del día de los Santos Inocentes - y me desconecté de la red.
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| Figura 1: Ya nunca será igual. Ya todo será distinto. |
Me fui para, como me han dicho, "volver a cambiar la piel como las serpientes", algo que como buena serpiente me toca cada pocos años. Me fui y reorganicé las prioridades de mi vida. Moví el trabajo del número 1 a la posición número 8, y coloqué en la posición número 1 el resto. La familia, los contados amigos, estar con Hacker & Survivor, y poder disfrutar de muchos momentos de soledad haciendo deporte con la única compañía de la música de Spotify.
Me fui a hacer las paces con la ciencia ficción y los superhéroes. A ver las series de Gotham, Flash o Jessica Jones, por citar algunas, a ver películas que tenía pendientes como El juego de Ender, Star Trek o Gravity, a volver a leer libros de Star Wars - además de ver un par de veces la nueva película de la saga - y aventuras, a disfrutar de los nuevos discos de Iron Maiden o Bon Jovi. Me fui al teatro a ver los peores espectáculos para la infancia, a cenar, a beber vino y champán, a dibujar, a leer cómics y pasear. Me fui a vivir sin la parte de exposición digital de mi vida. Sin Facebook, ni Twitter, ni Instagram, ni Youtube, ni nada de nada. Tanto es así, que de no usar el smartphone he comenzado a perderlo en cualquier sitio.
Me fui a hacer las paces con la ciencia ficción y los superhéroes. A ver las series de Gotham, Flash o Jessica Jones, por citar algunas, a ver películas que tenía pendientes como El juego de Ender, Star Trek o Gravity, a volver a leer libros de Star Wars - además de ver un par de veces la nueva película de la saga - y aventuras, a disfrutar de los nuevos discos de Iron Maiden o Bon Jovi. Me fui al teatro a ver los peores espectáculos para la infancia, a cenar, a beber vino y champán, a dibujar, a leer cómics y pasear. Me fui a vivir sin la parte de exposición digital de mi vida. Sin Facebook, ni Twitter, ni Instagram, ni Youtube, ni nada de nada. Tanto es así, que de no usar el smartphone he comenzado a perderlo en cualquier sitio.
Pero lo mejor de todo es que me fui a disfrutar. A aprender a hacer esquí de fondo, a montar en motos de nieve, a tirarme con trineos de niños por la ladera de montañas heladas. Me fui a montar en trineos tirados con perros, a hacer amistad con renos y ver a Papá Noel, a jugar con la tirolina y a patinar. Salí con la bicicleta todos los días en que el sol se dejó ver para acabar el año con varios miles de kilómetros en las piernas, me caí con los patines en línea, pero me ayudo a aprender a patinar con los de hielo e incluso me atreví con mis primeras ruletas. Papá Noel me completó las navidades con un monopatín para que pudiera hacer kilómetros empujando la tabla, para que me cayera, me hiciera moretones y me volviera a levantar. Para felicitaros el año, he hecho este pequeño vídeo que recoge en lo que dura una canción de Rosendo lo que principal de este tiempo.
Figura 2: Chema Alonso & El lado del mal. Feliz 2016
Me fui, y me olvidé del blog y de ti. Me olvidé de la vida digital. Y el ruido desapareció. Los mensajes de correo electrónico pasaron de varios cientos al día a un máximo de cinco. Las llamadas perdidas bloqueadas por el servicio de "No Molestar" pasaron de más de veinte a solo una o dos al día, y a ninguna en los últimos días. Rechacé las peticiones para intervenir en varios programas de televisión y radio e incluso rechacé una sección fija en un nuevo programa semanal que saldrá en breve. No contesté a ningún tuit y dejé que que mi mente estuviera solo para mí. Toda mi energía para mí solo. Para pensar en cómo tomar esa curva en la pista con la tabla de snowboard, o en donde podía hacer el siguiente salto.
Me puse el gorro, pero me lo puse para pasear por los ríos y montañas de la sierra madrileña. Me lo puse para no tener frío cuando intentase volar la cometa con mi hacker. Me lo puse para hacer snowboard, para esquiar o patinar. Me lo puse para ir a aplaudir a rabiar a mi Hacker cuando bailaba en el festival del colegio mientras me hacían llorar al poner a niños y Phil Collins juntos - eso es tramposo -. Me lo puse para lo que me lo compré. Para que mis malignas ideas estuvieran calentitas los días de frío. Y volví a reencontrarme conmigo. Con el Chema Alonso que comenzó a trabajar en la informática hace ya dos décadas.
Al final me fui porque necesitaba tomar perspectiva de todo lo que había hecho hasta el momento y pensar en mi futuro. En lo que quiero hacer los años venideros. En quién soy y quién quiero ser. Yo hace tiempo que ya sé que mi esencia de antihéroe es la informática y vivir para la seguridad informática, pero estas navidades descubrí que hay muchas cosas que amo de este mundo y de mi trabajo que por culpa del vertiginoso ritmo al que voy día a día había olvidado. No que hubiera dejado de hacerlas, sino que me había olvidado de disfrutarlas como se debe. De disfrutar esos momentos que tantas veces hago, solo por pensar en el siguiente y no en el actual.
Quiso el destino que desde Microsoft Ibérica me invitaran como MVP a dar una conferencia de, básicamente, lo que yo quisiera. Tras pensar en ello, decidí que iba a hablar del programa de Microsoft MVP, de lo que hemos sido y somos los que pertenecieron, pertenecemos y pertenecerán en el futuro. O cómo lo he vivido yo. La titulé "Una década como MVP de Seguridad es una barbaridad" y me dediqué a explicar lo que yo hacía. Y la llené de vídeos y fotos de momentos de estos más de diez años que estuve a diario trabajando con Microsoft. Y algo se revolvió en mi. Aquí la tenéis.
Figura 3: Una década como MVP de seguridad es una barbaridad
Me volví a ver con diez y quince años menos preparando vídeos, disfrazado por los escenarios y haciendo de todo. Y me reí de mí mismo y conmigo mismo. Recordé lo bien que lo paso dando las charlas, preparando las conferencias, pensando en los chistes malos u organizando una nueva maldad para hacer. Y me di cuenta de que tengo la ocasión de seguir haciéndolo a día de hoy. Disfrutar de la seguridad informática, trabajar con gente genial y hacer el ganso en conferencias por todo el mundo. Me gusta eso. Y me gusta escribir en el blog.
Mientras he estado sobre la tabla de snowboard o dando pedales he pensado en eso, en que soy un privilegiado que tiene la oportunidad de disfrutar de lo que hace, así que voy a disfrutarlo mientras dure y me quede vida. Y lo mejor de todo, puedo hacerlo como me gusta. Así que puedo cambiarlo, retorcerlo, recrearlo, destruirlo y volver a hacerlo. Me lo pasé genial, preparando y dando la charla de Blues para contar una historia mientras hacía las demos, pero también me lo pasé genial dando la primera charla en BlackHat, o haciendo el vídeo de promoción de la gira de Microsoft Technet 2007. Una década de distancia entre ellas y la misma sensación de disfrute.
Figura 4: Live Technology Tour 2007: Parte II
Pero nunca será igual. De la misma forma que 2015 no fue igual que 2007. Así que también he estado pensando mucho en qué quiero para 2016. ¿Qué voy a hacer este año? Y he pensado en muchas cosas para acabar haciéndome una pequeña lista de nuevos proyectos personales y profesionales, que por ahora prefiero no desvelar hasta que estén más cerca de estar concluidos, que en estos momentos solo están recién empezados. También volveré a escribir mi blog con regularidad, que me encanta. De hecho, inicialmente tenía pensado regresar el lunes que viene a escribir, pero como esta semana ya he vuelto a las oficinas de Eleven Paths - mirad que bonitas han quedado las salas decoradas -, he decidido adelantar mi regreso esta semana.
Y volveré a buscar tus ojos desde el escenario. Cada vez que tenga la ocasión de subirme a dar una charla que me apetezca dar, subiré para ver si tú estás allí. Si te has decidido a venir a verme en una conferencia contando mis historias. Como los viejos trovadores que iban por los pueblos ganándose el pan con sus narraciones, yo seguiré dando mis charlas para poder alimentar mi alma y contar mis mentiras y verdades al respetable. Para espantar mi mal. Así que todo será distinto, aunque pueda parecer que todo sigue igual. Serán pequeños cambios en mí que tal vez tú no notes, pero que sin duda me harán más malignamente ser yo mismo y disfrutar mucho más de los años que tengan que venir por delante.
Saludos Malignos!



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